Asistencia sanitaria con tecnología: cómo las innovaciones están dando forma al futuro de la medicina
Por la Dra. Veronica Edwards,
Fundadora y Directora General de InGenesis Inc.
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La sanidad nos conecta a todos. No importa en qué parte del mundo estemos, quiénes seamos o a qué nos dediquemos, nuestro estado de salud es un factor determinante en nuestra calidad de vida. En pocas palabras, es nuestro activo más preciado.
Las crisis de salud individuales pueden ser catastróficamente sombrías y, si no se abordan adecuadamente, pueden dar lugar a una sucesión de acontecimientos negativos que trastornen no solo la calidad de vida de la persona afectada, sino también la de sus familiares y amigos. Asimismo, como pudimos comprobar con la pandemia de COVID-19, estos acontecimientos a escala mundial pueden llevar los sistemas sanitarios al límite, diezmar industrias enteras, paralizar las economías nacionales y obstaculizar el desarrollo global. Estos resultados negativos son un ejemplo de la importancia crítica de proteger la sanidad para todos, en todas partes.
A pesar de los impactos negativos, la pandemia revigorizó un ímpetu global por la innovación, especialmente en el campo de la medicina. Desde la edición genómica y los diagnósticos mediante inteligencia artificial (IA) hasta los productos sanitarios portátiles y el rápido crecimiento de la telesalud, los diversos avances tecnológicos actuales brindan innumerables beneficios a pacientes y profesionales; pero solo si se hacen bien, con las personas como eje central.
Una necesidad de innovación
La pandemia de COVID-19 no inició la revolución tecnológica en la asistencia sanitaria. Ese movimiento comenzó mucho antes de 2020, impulsado por varias megatendencias clave como el envejecimiento de la población mundial. Según Naciones Unidas, se espera que el número de personas de 65 años o más se duplique en los próximos 25 años, alcanzando los 1 600 millones en 2050, el equivalente a 1 de cada 6 personas en todo el mundo. El número de personas de 80 años o más aumenta aún más rápido.
El fenómeno del envejecimiento tiene el potencial de tener un impacto aún mayor que cualquier pandemia pasada, ya que las personas mayores tienden a consumir más recursos sanitarios que el resto de la población. Solo en Estados Unidos, las personas de 65 años o más representaban el 17 % de la población, pero suponían el 37 % de la demanda de asistencia sanitaria personal en 2020. En 2019, este segmento de la población requería 280 700 médicos para prestarles asistencia sanitaria, pero esa cifra superará los 400 000 llegado 2034.
Extrapolado al panorama mundial, la escasez de profesionales sanitarios es aún más grave, ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere una escasez mundial de 4,3 millones de médicos, enfermeras y otros profesionales sanitarios. Aparte de estas cifras, este cambio también podría influir en la forma en que el sector prioriza su prestación de cuidados. Es posible, por ejemplo, que necesitemos más médicos generales en lugar de especialistas, ya que es probable que sus pacientes padezcan enfermedades concomitantes y requieran una asistencia más general.
Además, debemos recordar que los profesionales médicos también envejecen. Más de un tercio de los médicos de los países de la OCDE tenían 55 años o más en 2019. Sin una planificación exhaustiva del personal sanitario y un fuerte contingente de jóvenes profesionales preparados para entrar en acción, podría convertirse en un verdadero problema.
Se trata de un ámbito en el que la innovación y la tecnología pueden ayudar a salvar la brecha, sin llegar a ser la panacea. Eric Topol, en su libro sobre el uso de la IA en la asistencia sanitaria, Deep Medicine, sugiere que esta tecnología puede ser un complemento importante para ayudar a los profesionales sanitarios en la prestación de asistencia sanitaria en una amplia variedad de servicios. Incluye actuar como multiplicador de fuerzas para hacer frente a la escasez de profesionales sanitarios.
Los médicos ya llevan años trabajando codo con codo con la IA y otras herramientas tecnológicas. Si se desarrolla y utiliza de manera responsable, la tecnología podría impulsar aún más los campos de la telesalud, la investigación farmacéutica y de enfermedades y la medicina de precisión. El resultado: mejores desenlaces clínicos para los pacientes, además de un sector sanitario más eficiente, eficaz y con mayor impacto.
Una receta para las normas
Aunque las promesas de la innovación tecnológica son seductoras, es importante tomar en cuenta la calidad de la atención al paciente. La IA puede conducir a una atención más personalizada, en el sentido de que los profesionales sanitarios podrán diseñar tratamientos a medida para los pacientes y administrarlos con mayor precisión, pero debemos tener cuidado de no comprometer el carácter personal de la atención. Recuerde que, por «mucha tecnología» que llegue a tener la asistencia sanitaria, en su mejor momento y de forma más eficaz, la asistencia sanitaria es una práctica de «mucho contacto».
En un hospital, los pacientes no tienen nada más que su bata. Se encuentran en su momento más vulnerable y necesitan conexión humana en los cuidados que reciben: esta es la constante que hay que proteger a toda costa. Si el sector sanitario quiere sacar el máximo rendimiento de manera responsable de las promesas de la innovación, debe ir más allá de los desenlace clínicos y tomar en cuenta también la experiencia del paciente.
Ya se están implementando y desarrollando tecnologías a toda velocidad en todos los niveles del sector sanitario. Lo que necesitamos ahora es una plataforma de calidad que permita al sector reunir métodos, procesos, herramientas de supervisión del rendimiento, mecanismos de responsabilidad y un sólido aparato de mitigación de riesgos. Para esto, ISO es la única receta.
Las Normas Internacionales de ISO, establecidas a partir de las contribuciones de expertos, son el tejido invisible que nos ayudará a crear esta plataforma. Estas normas ya existen, y se desarrollan más continuamente, pero una norma que no se adopta carece de sentido. El futuro de la asistencia sanitaria es una conversación tan amplia y en la que intervienen tantas voces diferentes que puede resultar difícil saber por dónde empezar. ¿Por qué no empezamos adoptando normas y utilizándolas como base para futuros avances?
Si las grandes organizaciones y los líderes de pensamiento como la OMS, los gobiernos nacionales y los líderes del sector pueden hacer suyo este mensaje y transmitirlo, podremos dar comienzo a la nueva era de la asistencia sanitaria en todo el mundo.